2. PingYao

http://www.pedroymariporelmundo.blogspot.com/

Día 4 de junio:
Conseguimos literas duras para pasar la noche de camino a PingYao, y la noche siguiente la pasaríamos de nuevo en tren, para avanzar hasta Xi´an. Hay que decir que viajar en tren nocturno es toda una experiencia. El tren, es el medio de transporte, que (ciertamente, como leí en un libro), prueba, total y absolutamente, el fracaso del comunismo. Nosotros íbamos en unos pequeños camarotes de seis literas, pero en otros vagones, viajaban personas, cargadas de todo tipo de "matules", casi sin sitio ni donde sentarse.

El tren de ese día, era de los normales (pues hay de varias categorías y velocidades), un tren, para gente más humilde. Los pasajes, los conseguimos tirados de precio. Se puede dormir de manera aceptable en las literas, y eso, que en las superiores nos tocaron dos chinos, que se montaron un "fiestorrillo". No pararon de comer, de todas sus porquerías, y de beber licor "superfuerte" del de ellos, directamente de sus botellines, hasta que les apagaron las luces. A esa hora ya tenían unas risitas que no veas...
La anécdota de la llegada a la mañana siguiente, fue, que nos habíamos pasado parte de la noche, buscando en las dos guías que habíamos llevado, algún hostalito, para pagar una habitación, dejar las mochilas y poder pasear el día tranquilamente hasta la noche, cuando volveríamos al tren para seguir con nuestra ruta, y justo a la salida de la estación, estaba la "doña" del hostal que más nos había convencido, con un cartelito en donde había escrito el nombre de su hostal, y debajo, "loneny planet". Vamos, que mejor no se podía hacer publicidad para ella misma...estos chinos, se las saben todas...la abordé y le expliqué la situación y sin problemas, ella misma nos llevó en motocarro hasta su hostal, que estaba, precioso, también hay que decirlo. Descubrir este hostal, fue una gran ayuda para nuestro viaje. El señor que lo regenta, nos explicó unas cuantas cosas sobre los alojamientos en China, y sobre la marcha nos hizo reserva para Xi´an.
También hacen de comer muy bien, o sea, que recomendado queda: Harmony Guesthouse

Como llegamos temprano, después de la duchita y del desayunito, al salir a investigar la ciudad, nos dimos cuenta que aún no había mucho "chiringuito" funcionado, y tampoco mucho bullicio, por lo que pudimos, dar un buen vistazo a la cuidad a nuestras anchas. Realmente, Ping Yao, una cuidad amurallada, con más de 600 años de antigüedad, tiene un par de calles enfocadas al turismo, y si te sales de ellas, pues no ves nada que se salga de lo común. Las casas, dan a las calles a través de unos patios interiores, por lo que no ves a nadie, a no ser que salgan a curiosearnos.
Otra cosa, son las calles principales, que a partir del mediodía, entran en estado de frenesí, se llenan por completo de vida, de puestitos de vendedores de "chucherías" de todo tipo, y de gente paseando y comprando....Muchas veces, la gente nos paraba entre risotadas y nos pedían fotografiarse con nosotros. Era muy graciosa la situación, pero a veces te tenías que "escaquear" un poquito, porque si no, no te dejaban avanzar.
Paseando por las calles principales, en las que parece que el tiempo se detuvo hace mucho, en las que te sientes totalmente en paz y liberado de las preocupaciones que arrastramos de nuestra vida cotidiana, nos ocurrieron unas cuantas anécdotas dignas de mención. Una de ellas, fue que se nos acercó un señor ofreciéndose para que hiciéramos algún "tour" con él. El señor en cuestión, era Mr Liu, del que también habíamos leído en las guías de viaje. Después de una agradable charla con él, tuvimos que declinar su oferta, pues no íbamos a pernoctar en la cuidad.
Una vez más, nos dio la impresión de que por las fechas en las que nos encontrábamos, éramos prácticamente los únicos occidentales de la ciudad, todo el mundo nos miraba con curiosidad, hasta el punto de que nos tropezamos con una boda que iba en procesión por la ciudad, y los fotógrafos se entretuvieron tanto en sacarnos fotos a nosotros, que cuando se dieron cuenta, tuvieron que salir corriendo, porque ya los demás se habían ido...

Pasado el mediodía, estábamos tan hechos polvos del sofocante calor, que nos regresamos al hostal. Allí almorzamos, Mari unos espaguetis y yo algo parecido a un estofado de vaca (ni 8€), la comida buenísima. Luego, nos dimos una ducha y una siestita hasta las  cinco de la tarde. Descubrimos, que la siesta, no es deporte nacional sólo en España. En China, la han mejorado, y se puede hacer a cualquier hora del día, en cualquier lugar y circunstancia, y las veces al día que quieras. Aquí, hacen la siesta hasta los monos (encima de sus dueños)...
Por la tarde, refrescó, y el día pasó de ser agradable, a fabuloso. Nos recorrimos de nuevo las calles principales. También parte de las murallas. Investigamos los puntos de mayor interés recomendados en las guías y estuvimos revolviendo las baratijas de los puestitos callejeros. Nos reímos lo que nos dio la gana con los niños, que jugaban con sus pistolas ¿A quién iban a matar si no? ¡a los extranjeros invasores!
Según anocheció, iluminaron la ciudad al estilo chino, con luces de neón de todos los colores, por todos lados, dibujando la silueta de los edificios. Entonces, ya fue el éxtasis.
Nos sentamos en la terracita de nuestro hostal, a disfrutar de un té, mientras yo anotaba nuestras anécdotas en mi libreta. Pasó que nos relajamos tanto, que ya dejamos pasar las horas que nos quedaban en la ciudad, viendo pasar a la gente que, cuando se percataban de nuestra presencia, nos saludaban y se sonreían al ver que les devolvíamos el saludo. Cenamos un exquisito arroz, y después de despedirnos de nuestros anfitriones, tomamos otro motocarro que nos condujo hasta la estación del ferrocarril.
Nos dio una pena tremenda no haber pasado una noche allí.
Realmente es un lugar, que aunque no te lo nombran en los viajes organizados como sitio imprescindible, yo creo que sí lo es.


Respirar su relajado ambiente y saborear la manera de vivir de sus habitantes, en pocos sitios de China se puede sentir, como lo hemos hecho aquí. Por lo que hemos deducido en este viaje, este país ya no es el que era, hace ni tan siquiera cuatro años, pero aquí, en esta diminuta ciudad, este cambio va un poco más despacito, si eso es posible.
Una tarde en Ping-Yao:

Pingyao, bien que mereció la pena. Lo llevaremos siempre en el corazón. Os lo recomendamos sinceramente.

En la página siguiente, nuestra ruta continúa en la cuidad de Xi´an.